jueves, agosto 31

Variaciones en torno al Wirtschaftswunder

Parece que el tema del Wirtschaftswunder tal como se trata acá abajo y cómo lo presenta otro blogero tienen un renovado interés. En particular, este blogero hace referencia a las condiciones iniciales, mientras yo me inclinaría más por generar estas. Un paper escrito por un yanqui trata de poner el balance en esta cuestión. El resumen es más que interesante por la cantidad de bibliografía del tema.
Igualmente, creo que la discusión de los milagros es si la elección de una macroeconomía dada hace al crecimiento o si las condiciones microeconómicas permiten crecer, inclusive soportando una mala macro. Hace poco leí un paper (no me acuerdo donde pero ya lo agregare) bastante intuitivo. La macro es poco relevante en un rango más o menos amplio, pero se vuelve relevante para explicar el bajo crecimiento cuando su instrumentación es extremadamente mala. Me parece que concordaríamos en que ese fue (o es, que alguien me diga) el caso de la Argentina. Otro blogero se hizo esta pregunta. Las opciones dejan poca posibilidad de saber qué piensa la gente, y se inclinaría más por la macro. Es cierto que con una inflación del 100% mensual o un desempleo del 25%, no hay micro que valga, no obstante si en los 90 éramos capaces de convivir con un desempleo mayor al 10%, no esta dicho con que nivel de inflación somos capaces de convivir, ni siquiera cuales son las convicciones de este gobierno, más allá del éxito o no del control de precios, referido al tema.
Pero entonces, no estaré contradiciéndome. Si la micro de los 90 era buena, por que no tuvimos el despegue esperado en esos años, mientras que ahora que es mala, no encontramos razones en el corto a mediano plazo para que se corte la racha positiva de crecimiento (si bien es esperable converger a tasas más bajas). Lamentablemente en la comunidad de economistas, y en la sociedad en general prevalecen dos sensaciones. El hecho de que estamos condenados a repetir una fuerte crisis en ciclos más o menos cortos de 5 a 10 años (ya nos tocaría un tequila) y a simplificar todas las discusiones sobre la forma de intervención del gobierno en aspectos muy visibles. Yo diría dos: empresas públicas y control de precio. Que yo sepa nadie le importó (o más bien saludan positivamente) en la convertibilidad, y ahora, que el gobierno le encante manejar el precio del dólar. Casi diría que constituye una política de Estado de esas que les encanta pensar a los planificadores. O cuál fue el grado de participación del estado en dos de los éxitos sectoriales de la década del 90: la soja y el sector automotor. El primero es claro pero considerando la política aperturista de la década pasada, no deja de ser extraña a ella que se halla defendido un sector automotor nacional, al menos integrado con Brasil. Bien podría haberse elegido importar los autos desde México, Corea o quien sabe donde.
Una de las razones porque nuestro baggage ideológico me juego a decir es tan importante, es por cierta incapacidad de pensar de modo complejo, saltándose el principio de causa efecto. El éxito o no de un sector, de un programa o de una empresa se debe a la conjunción de múltiples factores. Podrán resaltar unos pero puede decirse que es el conjunto en sí, lo relevante. No obstante, nos resulta difícil poder pensar de este modo. Sino, véase lo que parecería ser la actual política económica del gobierno. Este responde exclusivamente a las subas de precio del IPC. Se encarecen los autos, salimos con un plan para abaratarlo, suben los alquileres, tenemos un plan de incentivos para la vivienda propia, como si no debería ser este un objetivo un poco más relevante que afectar el IPC. Lo mismo pasa con la energía, todo se resume en no convalidar aumentos de tarifas. Podríamos seguir pero creo que con este punto basta. El disciplinar a los agentes económicos no tiene generalmente el efecto esperado. Las relaciones de causa y efecto suelen ser bastante más complicadas de lo que uno supone, y no obstante, esto no supone una menor intervención del gobierno, sino al revés.

Dime qué lees, y te dire quien sos

Excelente, obtenido de www.mutantes.com.ar

Recientes investigaciones sobre medios de comunicación, muestran a cada diario con un perfil de lectores. Argentina no es ajena a esto y se comprueba la siguiente segmentación:
a. Página/12 es leído por la gente que hoy dirige el país.
b. Clarín por la gente que piensa que dirige el país.
c. Ámbito Financiero, por gente que piensa que debería dirigir el país.
d. Infobae, por quienes creen que ellos deberían dirigir el país, pero no entienden ni jota de lo que dice Ámbito Financiero.
e. La Nación es leído por la gente que no tendría problemas en dirigir el país, si pudiera hacerse el tiempo.
f. La Prensa, por aquellos cuyos abuelos acostumbraban dirigir el país.
g. Crónica es leído por gente que no está muy segura de qué dirigentes y qué partido político está dirigiendo el país.
h. Diario Popular, por gente que no le importa quién está dirigiendo el país, mientras haya bingos y quinielas.
i. La Razón, por gente que no está segura de dos cosas: si hay un país, y si alguien está dirigiéndolo.
j. The Buenos Aires Herald es leído por gente que está dirigiendo varios países.
k. Olé es leído por una inmensa mayoría de gente que consume deportes para no pensar en el país y, sobre todo, en quiénes lo están dirigiendo…
[del spam diario, que ya pide a gritos categoría propia]

martes, agosto 29

Reminiscencias del Pasado

Hay algo de extrema irritabilidad cuando la defensa republicana es sostenida por M. G. Chapeta. Hay que reconocerle que su columna, al menos en el mundo blogero, ha tenido repercusiones, acá y por allá. Cómo, querido marianito, se te puede siquiera ocurrir que el campo, la iglesia o los militares pueden llegar a ocupar el lugar de un abierto desafío. Vuelven tus viejos amores, nada te gustaría más que volver a ser el ideólogo de estas corporaciones deprimentes. Menos mal que el núcleo duro además de tus eternos amores lo encontras en intentos de nuevos políticos, si así se los puede llamar, aunque algunas propuestas republicanas incluyen ideas tan disparatadas como el voto calificado. De tus defensas anti, te faltaron las del 62, 66 y 76, que bien las conoces.
En otro post que sorprende por su oportunidad, encontramos una entrevista al mismísimo innombrable. Carlitos esta para la fiesta, siempre lo estuvo. Podría haber esperado más de la entrevista considerando las elaboraciones de los pensamientos furtivos de este blogero, pero se remite a repetir lo que ni Grondona logra articular en su columna. Que vamos al desastre, que el problema de la inseguridad, que esto en mi gobierno no existía.
Si hay una cosa que los republicanos extrañan de los 90 es que casi carlitos se sale con la suya de destruir al Estado. Que tiempos esos donde se lo podía criticar con fuerza, no servia para nada, elefante blanco, y junto con él, se hundían todas nuestras grandes corporaciones gremiales. Al menos se sabia en qué fuerzas confiar, en las de uno mismo y nadie más, y si había que cortar la calle, que se corte, y si el estado estaba para reprimir, que se reprima. Cada cual a su función, algunos, la de sobrevivir, los otros, la de no ver interrumpida su vida cotidiana.
Entiendo que una de las criticas valederas de la década del 90 es que no haya soportado a un De la Rua. De hecho, hubiese sido la coronación ideal del proyecto menemista. Superar un gobierno de la alianza. Nada tenia para ofrecer en reformas económicas, sociales, educativas o de salud por que todas las había hecho Menem. Tan solo un poquito de moralidad, no mucha, simplemente para tapar los mayores sapos que nos comimos años ha. Pero no, el sueño de la convertibilidad estallo en mil pedazos aquel fatídico 6 de enero de 2002. Estamos de acuerdo en que las propuestas que se debatían entonces suenan hoy extremadamente anacrónicas: dolarizar, banca off-shore, ajuste salarial, etc. etc. de hecho, salvo por el exceso de inflación, siendo laxos estas son todas las variables que en más o en menos, poco se le puede criticar al meksias.
Pero entonces, si acá no esta el problema, de dónde surge esa superioridad se diría, moral, que transmite el gobierno, sus folletines oficiales y algunos economistas actuales. Sin duda la terrible desigualdad, marginación y miseria que sobrevino a la crisis. Mea culpa y a callarnos todos que mientras los datos de desempleo, pobreza y marginación sigan descendiendo no hay nada que decir, ellos tienen la razón.
Hay una realidad, así como del gobierno en la década del 90 se podía esperar muy poco, yo estaría tentado a decir que su caída se debe, y en mucho, a la incapacidad del sector privado de sostenerla.
Nadie duda que en los sueños de grandeza Cavallistas. El objetivo de la convertibilidad fue introducir el peso a la manera del marco Alemán para frenar una segunda hiperinflación después de la segunda guerra mundial y tener nuestro propio Wirtschaftswunder (milagro económico) para terminar como presidente al igual que el padre del milagro sajón, Erhard. Todo le salió para el traste. En una cuota no desdeñable, el sector privado no reaccionó como Cavallo esperaba, no tuvimos una VW, un Bayer, y nos debimos contentar con las lacras de la privatización que nada podrían exportar. Si en otro elemento lo acompaña la suerte al Señor K, es en el desarrollo de la primera multi seria de la Argentina: Tenaris. Cavallo debería haber sido todavía un poco más paranoico con el éxito de su programa, libre comercio para la gilada, subsidios para radicar una industria de exportación que permitiera, así como el caso mencionado, como el caso de China y antes otros tigres asiáticos, flotar con una reevaluación de la moneda. En esto, la mayoría de los economistas pecaron de soberbia, porque era evidente que no se sostenía un tipo de cambio donde viajar a Salta en avión fuera más caro que ir a Miami, esquiar en Cortina D’Ampezzo más económico que Las Leñas y comer en New York más barato que en Puerto Madero.
Volviendo a la desigualdad, pareciera ser que el tema sigue siendo un tabú en la Argentina. La izquierda, porque ya se esta impacientando con K y quiere ver reformas, y hasta los argumentos que últimamente repite es que el éxito de la política antiinflacionaria es lograr que la canasta básica no suba de precio y por lo tanto no haya más pobres. En todo caso, el meksías ha asumido un argumento que podría bien ser de los republicanos, el seguro frente a la crisis. Podemos rasgarnos las vestiduras ante los superpoderes y los DNU, podemos decir que es de poco caballero dejar plantado a no se cuantos lideres internacionales y tomarse el primer avión hacia Venezuela, y vamos a decir que la política contra la inflación es inconsistente, además de insolente, pero con el superávit fiscal el Señor K tiene un seguro contra la crisis, y me atrevería a decir, un seguro contra la inflación si no fuera por que la política monetaria esta tan mal gestionada.
Que estos sean los años dorados del meksías no quita el trabajo necesario de un mea culpa y la capacidad de rearticular un discurso critico que le quite esa superioridad moral que parecen profesar, y se articule no solo de las pocas virtudes republicanas de este gobierno, que convengamos tampoco estaban presentes con carlitos, sino de cómo se esta tejiendo una concepción de la gestión basada en disciplinar a los agentes económicos que es insostenible, donde la maraña burocrática que por ahora no hace fricción, al menor indicio de mal funcionamiento va a comenzar a ajustar las clavículas a su máxima expresión, y que todos los seguros que se compren contra la crisis, poco podrán hacer si el rumbo elegido no se revierte.

miércoles, agosto 23

El legado de Keynes

A raíz del post anterior, estaba mirando la pagina del tal Krigel y la verdad que esperaba, por su reportaje, alguien más centrado en las problemáticas del desarrollo, la producción y el empleo. Si hay algo que todavía recuerdo de mis años en la facultad es que la palabra Keynesiano es un mote para intervención del mercado por parte del Estado. Un economista que se preocupa por el ciclo económico, si no quiere recurrir a la moral o al comunismo para defender la intervención, lo hace como post-keynesiano. Que son sino, la política fiscal y monetaria. Poco se hace por entender su obra, mucho menos por entender las diferencias con la obra neoclásica. Keynes fue ante todo un economista financiero y su principal preocupación, antes de escribir su teoría general, estuvo siempre centrada en los problemas financieros. Sea en las consecuencias económicas de la paz, su tesis sobre tratado de probabilidades o su monumental obra del treatsie on money y el tratado de reforma monetaria, todos los problemas de las economías modernas versaban sobre el problema del dinero.
Se puede decir que mientras en la teoría neoclásica el dinero era palabra tabú, relegada a la teoría cuantitativa y a simple medio de intercambio, Keynes fue el primero economista teórico en ponerle un pensamiento serio (Mises y su teoría del ciclo crediticio tiene poca repercusión inclusive al día de hoy, al igual que wickseel). No fue el primero en discutir el tema. Ya Fisher pero sobre todo los que favorecían los greenbacks después de la guerra de secesión americana y Hamilton acerca del primer bank on United States fueron quines más enardecidamente discutieron el tema -a la manera de Ricardo- sobre el problema del patrón dinerario. Lastima que no surgió ningún teórico para defender el fiat money como sí lo hubo para la derogación de los corn law.
Quien discute dinero discute dos o tres cosas, el problema de los prestamos y al transferencia de recursos entre acreedores y deudores ante la deflación o inflación, el patrón oro y la emisión monetaria primaria pero especialmente secundaria. El problema que Keynes enfrentó en los años post 30 y decididamente en los años post guerra es que todas las ideas recibidas eran inaplicables en un mercado mundial donde los mercados financieros no existían, y que decididamente la elección por reconstruirlos debía incorporar el control de la emisión monetaria con el objetivo de regular la tasa de interés del dinero, el único bien incapaz de depreciarse. Pero que pasa si la gestión de la política monetaria es insuficiente, si tenemos la famosa trampa de la liquidez, debido a que la tasa es incapaz de generar el ahorro y la inversión compatible con el pleno empleo. Recurrimos a la política fiscal. El problema de la demanda efectiva y del multiplicador es exclusivo del caso particular donde la tasa de interés como precio relativo resulta inefectiva, pero no por eso menos probable en el futuro cercano, y recordando que resulta fundamental su regulación por el estado. En sus visiones más pesimistas, sin la intervención del estado en la demanda efectiva, las crisis a lá 30 serían más que regulares, con el consiguiente riesgo de caer en el comunismo o (ya en franca retirada si bien no del todo) el fascismo. En este escenario de riesgo de depresiones profundas constantes, nadie en su sano juicio puede plantear la no intervención. Si hay algo que le criticaba a Estados Unidos en la negociación de Bretón Woods era esa falta de visión y entendimiento de los fenómenos que se dieron en los años de entre guerra y ese provincialismo de Roosvelt que resuelta la guerra en la conferencia de Yalta, Estados Unidos no tenía nada más que hacer en el diseño de la estructura económica mundial. Siendo una economía cerrada, allá ellos, las susodichas potencias europeas y sus problemas de colonialismo. El mundo se encargo de rechazar las peores pesadillas de Keynes y de frustrar los planes aislacionistas de Estados Unidos. Vinieron los años dorados del capitalismo incluyendo la intervención del estado y Estados Unidos lucho en guerras contra el comunismo en cada oportunidad que se le presentaba.
Si hay una imagen que resume las preocupaciones financieras de Keynes es la curva invertida de la tasa de interés. Cuando las tasas de corto plazo son superiores a las de largo, tenemos primero, una preferencia por la liquidez que puede como no terminar en trampa. Existe la expectativa generalizada de una potencial deflación de precios, y además, las tasas cortas mayores actúan como una prima de seguro al futuro. Entre invertir hoy e invertir mañana, prefiero posponer la inversión sin pagar costo alguno. Los análisis históricos del comportamiento de la curva muestran que en el patrón oro la inversión era muy común, mientras que desde la década del 50 fueron los menos. No todos están de acuerdo, pero la reversión predice con bastante seguridad una recesión en EE.UU. y en otros países, y el último efecto de estas teorías es que Greenspan se despidió con su famoso conundrum, dejándole la tarea titánica a Bernanke, un Keynesiano devenido neoclásico, de responder.
Yendo a las pampas, el comportamiento de las tasas de interés es más difícil de racionalizar. En la década de los 90 con mercados abiertos todos estaban de acuerdo en que la determinación de la curva de tasas viene dada por las primas de riesgo y que la única intervención posible es lograr el investment grade por parte de Moodys y SP. Ese era el objetivo de Machinea (Iluso Total!!!). Ahora está más dividido. En parte hemos ganado autonomía sobre la política monetaria, pero no toda la que uno quisiese. Ya hemos sacrificado dos grados de libertad: la política de endeudamiento en pesos (ajustable por CER) al seguir emitiendo deuda en dólares y la política cambiaria. Nos es imposible subir las tasas de interés para regular la inflación ya que traería capitales, tendería a la apreciación del peso y atentaría contra el núcleo de la nueva política económica. Hay de todos los gustos en esta discusión. Están quienes dicen que la política monetaria es inefectiva por que no hay canales de crédito, están los que pregonan una mayor regulación de los flujos de capitales con el objetivo de elevar tasas sin afectar tipo de cambio competitivo (a la manera que lo hizo Chile en los 90) y están los que preferirían imitar a Brasil elevando tasas, dejando entrar dólares y bajando el tipo de cambio. Si hay algo en que podríamos ponernos todos de acuerdo, es que la política monetaria, o mejor dicho, la tasa de interés no es neutral. Sería bueno entonces volver a leer a Keynes, pero no solo su teoría general, sino toda la obra, para entender cuales son los efectos de recuperar la política monetaria, algo que, antes por la inflación, después por la convertibilidad, nos habíamos desacostumbrado a hacer. No cabe duda que si existe un legado de Keynes, este ha sido una de las principales instituciones modernas de la economía, el Banco Central.

Ser Post-Keynesiano, o como seguir bastardeando la obra de Keynes

Estaba leyendo el reportaje de Sloto a Jan Kregel, el invitado estrella de la ministra sonriente y me sorprendió lo anacrónico de su discurso. No para enaltecer el neoliberal, pero creo que hasta sloto se vio contrariado por las respuestas de demanda efectiva. Lo más interesante es que cuando se refiere a que caracteriza a los post-keynesianos, la respuesta es el famoso multiplicador de la demanda (tema discutido desde otra óptica acá, acá y acá) o la demanda efectiva, y el convencimiento de que el sector privado, por si solo, es incapaz de generar la inversión suficiente que logra la tasa de ahorro de pleno empleo. ¿y los precios? Bien, chau, a otra cosa. No digo todos los precios, pero ni siquiera el tipo de cambio, alguna teoría sobre la tasa de interés que sabemos desvelaba las inquietudes de Keynes, el salario real, nada de nada. Todo sigue igual desde el 30, solo que ya no creemos en las respuestas que teníamos. Que hacemos entonces para llegar al pleno empleo, inyectamos más demanda, bajamos el superávit fiscal, repartimos unos mangos y vas a ver que en menos de lo que canta un gallo, estamos en pleno empleo. El resultado de la reducción del desempleo no se debe a la reducción del salario real, a la sustitución de capital por trabajo, a mejores los precios de intercambio de los sectores intensivos en mano de obra y al fenómeno de la construcción como sustituto de los canales tradicionales de ahorro. Para nada.
Ahh, pero si tenemos que explicar porque a la Argentina, le va tan bien, resulta que no es porque hubo un big push de demanda efectiva, sino que el cambio de los precios relativos y especialmente los altos precios de las materias primas internacionales significaron señales de asignación de recursos que la oferta, con sus más y sus menos, viene respondiendo acertadamente. Me encanta estos teóricos que a la hora de proponer medidas tienen una teoría (agregados) y a la hora de explicar fenómenos económicos tienen otra (precios relativos).
Por qué seguir limitando el análisis al IS-LM más clásico. Al menos tenga el decoro de dar una buena teoría de la demanda de dinero, o por lo menos, intenten introducir el mercado de bonos como sustituto.
La discusión de si es bueno un déficit fiscal o un superávit es toda una idiotez. Los países van a tener el nivel de déficit fiscal que les permite seguir endeudándose sin preocuparse porque de un día para otro no haya más financiamiento. Si soy Italia, Bélgica o Japón con niveles de deuda superiores al 100% del PBI, que me importa si no tengo problemas de renovación de la deuda. Estados Unidos, que en realidad tiene una deuda de la mitad de la que dicen (de los 8 Trillones de Dólares que deben, la mitad se la deben a la seguridad social. Quien se acuerdo de la resolución de Lavagna de que la Ansees le preste al Estado), podrá seguir endeudándose en la medida que haya quien le preste. Otra cosa es cuando con todo esos dólares vayan a comprar activos, ahí no más se viene la depreciación de la moneda.
Pero volviendo, no puedo tener una teoría de la demanda efectiva si no tengo una teoría de quien financia los déficit. El caso de Argentina es paradigmático, los déficit fiscales y cierta medida los de cuenta corriente, en toda la década del 90, fueron relativamente bajos, e igual nadie nos financio. En 2001 se decía que no podía haber crisis porque financiar el roll over de la deuda del estado no superaba los 10 mil millones de dólares. Hoy esa plata es lo que emitió el BCRA en Lebacs y Nobacs y compraron los bancos del sistema financiero.
El otrora poder del FMI no era otra cosa que la resolución de este conflicto, y su constante recomendación a reducir los déficit puede resumirse en: hey, si necesitas que yo te preste plata, es porque no hay nadie más en el mercado que lo haga, y como a mi no me interesa prestar plata indefinidamente, disminuí tu demanda efectiva así podes devolverme mi dinero, o en su defecto, lograr que otro te lo preste. Por otro lado, seguro que estos déficit provienen de hacerte cargo de demandas sociales por encima de tus posibilidades, o de financiar industrias que todavía no pueden competir en condiciones de igualdad con las del primer mundo. En cualquier caso, para que me devuelvas lo que te preste, tenes que dejar de hacer estas actividades.
Quien tiene la culpa, el que pide prestado o el que presta. Dejémonos de echarle la culpa al Fondo. Otra cosa sería dar una suerte de golpe de timón en la institución y decir, ahora el fondo va a financiar aquellos proyectos que por una u otra razón, no consigue financiamiento en el mercado comercial.

martes, agosto 22

La respuesta de Feinmann

Que la respuesta de Feinmann a Verbitsky haya sido con una descripción de la vida de Sarmiento, el Salvaje Unitario, no deja de ser sublime, más cuando él considera que si Hegel lo hubiese conocido, le habría reservado un lugar, aunque sea minúsculo, al lado de Carlo Magno, Julio Cesar o Napoleón. No nos dejemos engañar por las últimas frases, no estamos hablando de los civilizados del norte que le hacen la guerra a la barbarie asiática, estamos hablando de nuestra civilización y barbarie, aquella que luego de más de cien años todavía no hemos logrado dar con una síntesis. Y la pregunta de Feinmann es esa, fue, acaso, Sarmiento un primer intento que luego falló o desbarranco en nuevas antinomias. Será Kirchner un segundo intento de síntesis. Todo lo que reclama Feinmann es que se le permita la duda, que le ha sido negada tajantemente por Verbitsky, con argumentos conocidos y que él incluye, como el enmascaramiento de la derecha en las virtudes republicanas, pero también con nuevos, como los beneficios del crecimiento económico. Cuáles son los hechos de la vida de Sarmiento que nos refieren a nuestra realidad. Sin duda el primero es la situación de la prensa. No vale comparación alguna, especialmente por lo que Sarmiento llego a ser, pero las criticas de la prensa de derecha contra el gobierno versan sobre los mismos elementos que la de los exiliados en Chile y Uruguay. La suma del poder público, la libertad de expresión, las relaciones con el mundo civilizado, son todas criticas que renuevan los panfletos de hace más de cien años. Ahí, el pliegue. Tengamos cuidado de un nuevo Sarmiento, aquel que no sabe que hacer con el gaucho, más que mandarlo a matar, como se ha repetido en nuestra historia. Su identificación con Facundo, hasta -diría Sarmiento- de ya no poder diferenciarlos. A los salvajes solo se les enseña clavando sus cabezas en las estacas. Necesita Rosas, o yendo a la actualidad, Kirchner, un rival de esta altura, al punto de que sea imposible encontrar alguien que lo defienda tan bien. Se ha visto en toda esta discusión de los superpoderes que no existió tal persona, pero que tampoco existió un adversario capaz de sintetizar la oposición. En todo caso no hay bronca, no hay impedimentos, solo una leve desazón. Quien sabe como reaccionaría Kirchner ante un adversario digno. Sabemos que Lavagna no lo es, más bien constituye un traidor y oportunista en el ideario peronista y que no ha sido catalogado de esta manera por el, aunque leve, apadrinamiento de Duhalde. Kirchner intuye esta realidad. Es Kirchner, entonces, quien debe optar por lo pobres y preservar la democracia, en un sentido particular de la misma que tenemos nosotros, los Argentinos, de pavor a la concentración de poder, algo que los países civilizados consideran de segunda importancia.

jueves, agosto 17

Lavada de Cara

Ya esta, le lavamos la cara. No me convence mucho, pero bue... Ah, también nuevos links, cuántos económistas están dando sus opiniones. En poco destronamos la reunión anual de la AAEP

miércoles, agosto 16

Verbitsky se la resuelve

Parece que en pagina 12, mejor que reunirse en los pasillos a debatir, es responderse columna a columna, domingo a domingo. Así le contesto Verbitsky a Feinmann el domingo pasado. Qué habrá querido decir con autoderrotista y autorreferencial. La segunda se entiende, pero la primera no. Derrotista refiere a uno, y entonces el auto? En el punto 3 parece hacer un elogio de la prudencia. Reconocer las crisis -casi como si estuviesen enraizadas en la cultura Argentina desde la década del 70 y principal causa de al inequidad distributiva- se contrapone a las razones corrientes de la estructura productiva, clases sociales, etc. Igualmente si hubiese profundizado en su discurso obtendría las primeras en estas últimas, pero no lo hizo. Luego nos dice que tiene información privilegiada, que la reforma impositiva está aunque no la vemos, es cuestión de esperar tiempos mejores para su aprobación. En todo caso, cuál es el apuro, si salvo complotistas de última hora, que no tienen posibilidad alguna en el voto (democrático) pueden pensar que los K no obtendrán en un segundo mandato.

lunes, agosto 7

Feinmann tiene la duda existencial

Cómo estará el oficialista pagina que ni ellos saben bien a donde apuntar con los superpoderes. Atribuirle hoy a la oposición una relación binaria es pecar de soberbia con relación a Kirchner. ¿Es capaz de (re)generar las antinomias a la escala de Rosas, Irigoyen, Perón? y Bue. Si Kovadloff y Sarlo son los defensores del conservadurismo, es que entonces estos se encuentran muy a gusto con este gobierno, salvo contadas excepciones. Pensándolo bien, la “oposición” debería estar exultante de alegría, tanto de la norma sobre los DNU como de los superpoderes, pues, ¿para qué le sirve al Peronismo, en la rueda de la fortuna de la política, haberle entregado a sus adversarios la posibilidad de gobernar sin la rosca parlamentaria? No hablemos hoy de un Lavagna o un Macri, pero no cabe duda que estas normas han abierto la posibilidad de que un advenedizo, al mejor estilo latinoamericano, puede quedarse con el Poder sin la necesidad de prestarle sus respetos al partido Justicialista. Otra cosa es que Kirchner, intuya, sepa, que de aquí a unos veinte años sólo él, o más bien, ellos, continuaran en lo más alto del gobierno.