He perdido la fe en la naturaleza, ese último concepto capaz de hacernos mantener la tensión en la senda de la filosofía.
Considero que no he ganado poca cosa, una hermenéutica, incipiente pero prometedora, que debería serme útil para abordar a los filósofos que me interesan, no más de 2 o 3, quizás 4.
Qué más importante que llegar a términos con Platón. Solo puedo imaginarme su ira cuando Sócrates elige suicidarse. Si no es el suicidio, es la locura, quizás, fundar una escuela. Qué otra alternativa cabe.
Pero para mi, que no me siento en la obligación de volverme enemigo de lo bueno, que incluso vería de buen agrado dejarme gobernar, la contienda se resume a una de elección. Ya me hubiese gustado que no sean planteadas como alternativas excluyentes ahí por el 26, pero así lo fue.
domingo, octubre 5
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