A raíz del post anterior, estaba mirando la pagina del tal Krigel y la verdad que esperaba, por su reportaje, alguien más centrado en las problemáticas del desarrollo, la producción y el empleo. Si hay algo que todavía recuerdo de mis años en la facultad es que la palabra Keynesiano es un mote para intervención del mercado por parte del Estado. Un economista que se preocupa por el ciclo económico, si no quiere recurrir a la moral o al comunismo para defender la intervención, lo hace como post-keynesiano. Que son sino, la política fiscal y monetaria. Poco se hace por entender su obra, mucho menos por entender las diferencias con la obra neoclásica. Keynes fue ante todo un economista financiero y su principal preocupación, antes de escribir su teoría general, estuvo siempre centrada en los problemas financieros. Sea en las consecuencias económicas de la paz, su tesis sobre tratado de probabilidades o su monumental obra del treatsie on money y el tratado de reforma monetaria, todos los problemas de las economías modernas versaban sobre el problema del dinero.
Se puede decir que mientras en la teoría neoclásica el dinero era palabra tabú, relegada a la teoría cuantitativa y a simple medio de intercambio, Keynes fue el primero economista teórico en ponerle un pensamiento serio (Mises y su teoría del ciclo crediticio tiene poca repercusión inclusive al día de hoy, al igual que wickseel). No fue el primero en discutir el tema. Ya Fisher pero sobre todo los que favorecían los greenbacks después de la guerra de secesión americana y Hamilton acerca del primer bank on United States fueron quines más enardecidamente discutieron el tema -a la manera de Ricardo- sobre el problema del patrón dinerario. Lastima que no surgió ningún teórico para defender el fiat money como sí lo hubo para la derogación de los corn law.
Quien discute dinero discute dos o tres cosas, el problema de los prestamos y al transferencia de recursos entre acreedores y deudores ante la deflación o inflación, el patrón oro y la emisión monetaria primaria pero especialmente secundaria. El problema que Keynes enfrentó en los años post 30 y decididamente en los años post guerra es que todas las ideas recibidas eran inaplicables en un mercado mundial donde los mercados financieros no existían, y que decididamente la elección por reconstruirlos debía incorporar el control de la emisión monetaria con el objetivo de regular la tasa de interés del dinero, el único bien incapaz de depreciarse. Pero que pasa si la gestión de la política monetaria es insuficiente, si tenemos la famosa trampa de la liquidez, debido a que la tasa es incapaz de generar el ahorro y la inversión compatible con el pleno empleo. Recurrimos a la política fiscal. El problema de la demanda efectiva y del multiplicador es exclusivo del caso particular donde la tasa de interés como precio relativo resulta inefectiva, pero no por eso menos probable en el futuro cercano, y recordando que resulta fundamental su regulación por el estado. En sus visiones más pesimistas, sin la intervención del estado en la demanda efectiva, las crisis a lá 30 serían más que regulares, con el consiguiente riesgo de caer en el comunismo o (ya en franca retirada si bien no del todo) el fascismo. En este escenario de riesgo de depresiones profundas constantes, nadie en su sano juicio puede plantear la no intervención. Si hay algo que le criticaba a Estados Unidos en la negociación de Bretón Woods era esa falta de visión y entendimiento de los fenómenos que se dieron en los años de entre guerra y ese provincialismo de Roosvelt que resuelta la guerra en la conferencia de Yalta, Estados Unidos no tenía nada más que hacer en el diseño de la estructura económica mundial. Siendo una economía cerrada, allá ellos, las susodichas potencias europeas y sus problemas de colonialismo. El mundo se encargo de rechazar las peores pesadillas de Keynes y de frustrar los planes aislacionistas de Estados Unidos. Vinieron los años dorados del capitalismo incluyendo la intervención del estado y Estados Unidos lucho en guerras contra el comunismo en cada oportunidad que se le presentaba.
Si hay una imagen que resume las preocupaciones financieras de Keynes es la curva invertida de la tasa de interés. Cuando las tasas de corto plazo son superiores a las de largo, tenemos primero, una preferencia por la liquidez que puede como no terminar en trampa. Existe la expectativa generalizada de una potencial deflación de precios, y además, las tasas cortas mayores actúan como una prima de seguro al futuro. Entre invertir hoy e invertir mañana, prefiero posponer la inversión sin pagar costo alguno. Los análisis históricos del comportamiento de la curva muestran que en el patrón oro la inversión era muy común, mientras que desde la década del 50 fueron los menos. No todos están de acuerdo, pero la reversión predice con bastante seguridad una recesión en EE.UU. y en otros países, y el último efecto de estas teorías es que Greenspan se despidió con su famoso conundrum, dejándole la tarea titánica a Bernanke, un Keynesiano devenido neoclásico, de responder.
Yendo a las pampas, el comportamiento de las tasas de interés es más difícil de racionalizar. En la década de los 90 con mercados abiertos todos estaban de acuerdo en que la determinación de la curva de tasas viene dada por las primas de riesgo y que la única intervención posible es lograr el investment grade por parte de Moodys y SP. Ese era el objetivo de Machinea (Iluso Total!!!). Ahora está más dividido. En parte hemos ganado autonomía sobre la política monetaria, pero no toda la que uno quisiese. Ya hemos sacrificado dos grados de libertad: la política de endeudamiento en pesos (ajustable por CER) al seguir emitiendo deuda en dólares y la política cambiaria. Nos es imposible subir las tasas de interés para regular la inflación ya que traería capitales, tendería a la apreciación del peso y atentaría contra el núcleo de la nueva política económica. Hay de todos los gustos en esta discusión. Están quienes dicen que la política monetaria es inefectiva por que no hay canales de crédito, están los que pregonan una mayor regulación de los flujos de capitales con el objetivo de elevar tasas sin afectar tipo de cambio competitivo (a la manera que lo hizo Chile en los 90) y están los que preferirían imitar a Brasil elevando tasas, dejando entrar dólares y bajando el tipo de cambio. Si hay algo en que podríamos ponernos todos de acuerdo, es que la política monetaria, o mejor dicho, la tasa de interés no es neutral. Sería bueno entonces volver a leer a Keynes, pero no solo su teoría general, sino toda la obra, para entender cuales son los efectos de recuperar la política monetaria, algo que, antes por la inflación, después por la convertibilidad, nos habíamos desacostumbrado a hacer. No cabe duda que si existe un legado de Keynes, este ha sido una de las principales instituciones modernas de la economía, el Banco Central.
Se puede decir que mientras en la teoría neoclásica el dinero era palabra tabú, relegada a la teoría cuantitativa y a simple medio de intercambio, Keynes fue el primero economista teórico en ponerle un pensamiento serio (Mises y su teoría del ciclo crediticio tiene poca repercusión inclusive al día de hoy, al igual que wickseel). No fue el primero en discutir el tema. Ya Fisher pero sobre todo los que favorecían los greenbacks después de la guerra de secesión americana y Hamilton acerca del primer bank on United States fueron quines más enardecidamente discutieron el tema -a la manera de Ricardo- sobre el problema del patrón dinerario. Lastima que no surgió ningún teórico para defender el fiat money como sí lo hubo para la derogación de los corn law.
Quien discute dinero discute dos o tres cosas, el problema de los prestamos y al transferencia de recursos entre acreedores y deudores ante la deflación o inflación, el patrón oro y la emisión monetaria primaria pero especialmente secundaria. El problema que Keynes enfrentó en los años post 30 y decididamente en los años post guerra es que todas las ideas recibidas eran inaplicables en un mercado mundial donde los mercados financieros no existían, y que decididamente la elección por reconstruirlos debía incorporar el control de la emisión monetaria con el objetivo de regular la tasa de interés del dinero, el único bien incapaz de depreciarse. Pero que pasa si la gestión de la política monetaria es insuficiente, si tenemos la famosa trampa de la liquidez, debido a que la tasa es incapaz de generar el ahorro y la inversión compatible con el pleno empleo. Recurrimos a la política fiscal. El problema de la demanda efectiva y del multiplicador es exclusivo del caso particular donde la tasa de interés como precio relativo resulta inefectiva, pero no por eso menos probable en el futuro cercano, y recordando que resulta fundamental su regulación por el estado. En sus visiones más pesimistas, sin la intervención del estado en la demanda efectiva, las crisis a lá 30 serían más que regulares, con el consiguiente riesgo de caer en el comunismo o (ya en franca retirada si bien no del todo) el fascismo. En este escenario de riesgo de depresiones profundas constantes, nadie en su sano juicio puede plantear la no intervención. Si hay algo que le criticaba a Estados Unidos en la negociación de Bretón Woods era esa falta de visión y entendimiento de los fenómenos que se dieron en los años de entre guerra y ese provincialismo de Roosvelt que resuelta la guerra en la conferencia de Yalta, Estados Unidos no tenía nada más que hacer en el diseño de la estructura económica mundial. Siendo una economía cerrada, allá ellos, las susodichas potencias europeas y sus problemas de colonialismo. El mundo se encargo de rechazar las peores pesadillas de Keynes y de frustrar los planes aislacionistas de Estados Unidos. Vinieron los años dorados del capitalismo incluyendo la intervención del estado y Estados Unidos lucho en guerras contra el comunismo en cada oportunidad que se le presentaba.
Si hay una imagen que resume las preocupaciones financieras de Keynes es la curva invertida de la tasa de interés. Cuando las tasas de corto plazo son superiores a las de largo, tenemos primero, una preferencia por la liquidez que puede como no terminar en trampa. Existe la expectativa generalizada de una potencial deflación de precios, y además, las tasas cortas mayores actúan como una prima de seguro al futuro. Entre invertir hoy e invertir mañana, prefiero posponer la inversión sin pagar costo alguno. Los análisis históricos del comportamiento de la curva muestran que en el patrón oro la inversión era muy común, mientras que desde la década del 50 fueron los menos. No todos están de acuerdo, pero la reversión predice con bastante seguridad una recesión en EE.UU. y en otros países, y el último efecto de estas teorías es que Greenspan se despidió con su famoso conundrum, dejándole la tarea titánica a Bernanke, un Keynesiano devenido neoclásico, de responder.
Yendo a las pampas, el comportamiento de las tasas de interés es más difícil de racionalizar. En la década de los 90 con mercados abiertos todos estaban de acuerdo en que la determinación de la curva de tasas viene dada por las primas de riesgo y que la única intervención posible es lograr el investment grade por parte de Moodys y SP. Ese era el objetivo de Machinea (Iluso Total!!!). Ahora está más dividido. En parte hemos ganado autonomía sobre la política monetaria, pero no toda la que uno quisiese. Ya hemos sacrificado dos grados de libertad: la política de endeudamiento en pesos (ajustable por CER) al seguir emitiendo deuda en dólares y la política cambiaria. Nos es imposible subir las tasas de interés para regular la inflación ya que traería capitales, tendería a la apreciación del peso y atentaría contra el núcleo de la nueva política económica. Hay de todos los gustos en esta discusión. Están quienes dicen que la política monetaria es inefectiva por que no hay canales de crédito, están los que pregonan una mayor regulación de los flujos de capitales con el objetivo de elevar tasas sin afectar tipo de cambio competitivo (a la manera que lo hizo Chile en los 90) y están los que preferirían imitar a Brasil elevando tasas, dejando entrar dólares y bajando el tipo de cambio. Si hay algo en que podríamos ponernos todos de acuerdo, es que la política monetaria, o mejor dicho, la tasa de interés no es neutral. Sería bueno entonces volver a leer a Keynes, pero no solo su teoría general, sino toda la obra, para entender cuales son los efectos de recuperar la política monetaria, algo que, antes por la inflación, después por la convertibilidad, nos habíamos desacostumbrado a hacer. No cabe duda que si existe un legado de Keynes, este ha sido una de las principales instituciones modernas de la economía, el Banco Central.
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