martes, agosto 29

Reminiscencias del Pasado

Hay algo de extrema irritabilidad cuando la defensa republicana es sostenida por M. G. Chapeta. Hay que reconocerle que su columna, al menos en el mundo blogero, ha tenido repercusiones, acá y por allá. Cómo, querido marianito, se te puede siquiera ocurrir que el campo, la iglesia o los militares pueden llegar a ocupar el lugar de un abierto desafío. Vuelven tus viejos amores, nada te gustaría más que volver a ser el ideólogo de estas corporaciones deprimentes. Menos mal que el núcleo duro además de tus eternos amores lo encontras en intentos de nuevos políticos, si así se los puede llamar, aunque algunas propuestas republicanas incluyen ideas tan disparatadas como el voto calificado. De tus defensas anti, te faltaron las del 62, 66 y 76, que bien las conoces.
En otro post que sorprende por su oportunidad, encontramos una entrevista al mismísimo innombrable. Carlitos esta para la fiesta, siempre lo estuvo. Podría haber esperado más de la entrevista considerando las elaboraciones de los pensamientos furtivos de este blogero, pero se remite a repetir lo que ni Grondona logra articular en su columna. Que vamos al desastre, que el problema de la inseguridad, que esto en mi gobierno no existía.
Si hay una cosa que los republicanos extrañan de los 90 es que casi carlitos se sale con la suya de destruir al Estado. Que tiempos esos donde se lo podía criticar con fuerza, no servia para nada, elefante blanco, y junto con él, se hundían todas nuestras grandes corporaciones gremiales. Al menos se sabia en qué fuerzas confiar, en las de uno mismo y nadie más, y si había que cortar la calle, que se corte, y si el estado estaba para reprimir, que se reprima. Cada cual a su función, algunos, la de sobrevivir, los otros, la de no ver interrumpida su vida cotidiana.
Entiendo que una de las criticas valederas de la década del 90 es que no haya soportado a un De la Rua. De hecho, hubiese sido la coronación ideal del proyecto menemista. Superar un gobierno de la alianza. Nada tenia para ofrecer en reformas económicas, sociales, educativas o de salud por que todas las había hecho Menem. Tan solo un poquito de moralidad, no mucha, simplemente para tapar los mayores sapos que nos comimos años ha. Pero no, el sueño de la convertibilidad estallo en mil pedazos aquel fatídico 6 de enero de 2002. Estamos de acuerdo en que las propuestas que se debatían entonces suenan hoy extremadamente anacrónicas: dolarizar, banca off-shore, ajuste salarial, etc. etc. de hecho, salvo por el exceso de inflación, siendo laxos estas son todas las variables que en más o en menos, poco se le puede criticar al meksias.
Pero entonces, si acá no esta el problema, de dónde surge esa superioridad se diría, moral, que transmite el gobierno, sus folletines oficiales y algunos economistas actuales. Sin duda la terrible desigualdad, marginación y miseria que sobrevino a la crisis. Mea culpa y a callarnos todos que mientras los datos de desempleo, pobreza y marginación sigan descendiendo no hay nada que decir, ellos tienen la razón.
Hay una realidad, así como del gobierno en la década del 90 se podía esperar muy poco, yo estaría tentado a decir que su caída se debe, y en mucho, a la incapacidad del sector privado de sostenerla.
Nadie duda que en los sueños de grandeza Cavallistas. El objetivo de la convertibilidad fue introducir el peso a la manera del marco Alemán para frenar una segunda hiperinflación después de la segunda guerra mundial y tener nuestro propio Wirtschaftswunder (milagro económico) para terminar como presidente al igual que el padre del milagro sajón, Erhard. Todo le salió para el traste. En una cuota no desdeñable, el sector privado no reaccionó como Cavallo esperaba, no tuvimos una VW, un Bayer, y nos debimos contentar con las lacras de la privatización que nada podrían exportar. Si en otro elemento lo acompaña la suerte al Señor K, es en el desarrollo de la primera multi seria de la Argentina: Tenaris. Cavallo debería haber sido todavía un poco más paranoico con el éxito de su programa, libre comercio para la gilada, subsidios para radicar una industria de exportación que permitiera, así como el caso mencionado, como el caso de China y antes otros tigres asiáticos, flotar con una reevaluación de la moneda. En esto, la mayoría de los economistas pecaron de soberbia, porque era evidente que no se sostenía un tipo de cambio donde viajar a Salta en avión fuera más caro que ir a Miami, esquiar en Cortina D’Ampezzo más económico que Las Leñas y comer en New York más barato que en Puerto Madero.
Volviendo a la desigualdad, pareciera ser que el tema sigue siendo un tabú en la Argentina. La izquierda, porque ya se esta impacientando con K y quiere ver reformas, y hasta los argumentos que últimamente repite es que el éxito de la política antiinflacionaria es lograr que la canasta básica no suba de precio y por lo tanto no haya más pobres. En todo caso, el meksías ha asumido un argumento que podría bien ser de los republicanos, el seguro frente a la crisis. Podemos rasgarnos las vestiduras ante los superpoderes y los DNU, podemos decir que es de poco caballero dejar plantado a no se cuantos lideres internacionales y tomarse el primer avión hacia Venezuela, y vamos a decir que la política contra la inflación es inconsistente, además de insolente, pero con el superávit fiscal el Señor K tiene un seguro contra la crisis, y me atrevería a decir, un seguro contra la inflación si no fuera por que la política monetaria esta tan mal gestionada.
Que estos sean los años dorados del meksías no quita el trabajo necesario de un mea culpa y la capacidad de rearticular un discurso critico que le quite esa superioridad moral que parecen profesar, y se articule no solo de las pocas virtudes republicanas de este gobierno, que convengamos tampoco estaban presentes con carlitos, sino de cómo se esta tejiendo una concepción de la gestión basada en disciplinar a los agentes económicos que es insostenible, donde la maraña burocrática que por ahora no hace fricción, al menor indicio de mal funcionamiento va a comenzar a ajustar las clavículas a su máxima expresión, y que todos los seguros que se compren contra la crisis, poco podrán hacer si el rumbo elegido no se revierte.

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