domingo, septiembre 16

Combatiendo a la inflación

No cabe duda que el principal problema económico del país es la inflación y el riesgo de una espiral inflacionaria en el futuro no muy lejano. Parece ser que por lo menos el máximo responsable de la política ahora se encuentra “profundamente” preocupado y los diarios leen en el profundo un oráculo de cambio cual si fuera Greenspan.

De la inflación actual hay muchas visiones encontradas. Yo no soy quien para darles una solución pero en una serie de post querría ir desentrañando qué se discute cuando se discute de la inflación.

Mi opinión personal es que la inflación es un costo muy alto que no sé si deberíamos estar dispuestos a pagarlo, pero no quiere decir que pueda aceptar un período relativamente prolongado de alta inflación si me demuestran que la alta inflación es parte del modelo de crecimiento alto. En otras palabras, si podemos seguir creciendo a 7-9% a pesar de tener inflación, podría estar dispuesto a firmar el contrato.

Paso a explicarme. Los elementos que deberíamos discutir al hablar de inflación son, creo yo, estos:

Las causas estructurales de una alta inflación en la Argentina hoy brillan por su ausencia. De suponer que los demás pilares no se tocan, existe superávit fiscal, reducción de deuda en términos de PBI y el crecimiento monetario viene impulsado por entrada de divisas y no financiamiento al sector público. ¿En este contexto cómo se puede hablar de incremento de la tasa de inflación? Este es la primera paradoja de la inflación de nuevo siglo. Que no conocemos sus causas o al menos son causas distintas a las tradicionales.

Segundo punto, el argumento en contra de una política de estabilización es el costo en términos de crecimiento de aumentar la tasa de interés o dejar caer el tipo de cambio real. Mientras que el último está aceptado como parte del modelo, las tasas bajas lo están sólo implícitamente. Este argumento supone dos cosas, que la política monetaria y cambiaria son efectivas (pues todavía hay alguno que lo niega para la primera) y que aplicarlas reduciría el crecimiento. Mientras tanto nos guiamos por una política de crecimiento de agregados monetarios, en especial m1, que habría que poder explicar su razón de ser.

Por último, el tipo de cambio nominal estable o en su defecto las mini depreciaciones son justificadas en términos de reducir la volatilidad o mejorar la previsión de los precios relativos. Pero este argumento tiene como falla fundamental que la inflación creciente y su falta de medición terminan distorsionando mucho más la fijación de precios, inclusive la negociación de precios relativos tan importantes como el salario real. Parecería ser que no podemos abandonar como ancla inflacionaria el tipo de cambio nominal. De hecho el salto del dólar a 3.2 generó mayores pronósticos de inflación (que de cualquier manera ya estaban convalidados). El miedo a flotar nos golpea por atrás con una mayor volatilidad de la inflación.

Esto a modo de introducción, seguiremos en otros posts.

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