Si hay algo que esta altura deberíamos haber aprendido es que los ciclos de crecimiento Argentino son de corta duración y se desinflan al menor cambio de escenario. Un economista que se ha cansado de analizar la realidad económica desde el punto de vista de sus riesgos macroeconómicos piensa que esta ves será distinto. El artículo fue comentado acá y acá principalmente sobre la reforma fiscal de los noventa, su profundización ahora y cómo puede influir en la sostenibilidad del crecimiento.
El logro de los superávit gemelos es sin duda una circunstancia sin igual en la historia Argentina, no lo es la reducción del peso de la deuda. Ya en otras ocasiones habíamos logrado lo mismo. Creo igualmente que más que centrarse en los aspectos positivos de la nueva macro hay que analizar sus puntos débiles. Yo encuentro al menos tres:
La inflación es un dato a tener en cuenta, no tanto por que pueda desbordarse (Como están las arcas del Estado, sólo un loco puede provocar una inflación meramente monetaria) sino por la reducción del tipo de cambio real y la potencial reversión del precio de la soja.
La excesiva dependencia de nuestros gemelos sobre el precio del oro verde. Sí, ya sé que China e India no van a parar de crecer, que hay un cambio internacional de largo alcance en donde cifrar nuestras expectativas de reversión de los términos de intercambio. Pero todo eso es exógeno y si por una puñetera razón los Estados Unidos entran en recesión el Breton Woods II salta por los aires. Aprovechémoslo mientras dura pero ¡¡si hay algo que no tiene este modelo es un sesgo exportador!!!
Por qué digo esto, porque la base de sustento del crecimiento actual es el boom de consumo típico a la salida de una crisis profunda. A todos nos sorprende su magnitud y por lo tanto las tasas a las que crecemos. Llamen a la inversión en ladrillos como quieran, pero a los efectos macro no deja de ser consumo privado.
Mi conclusión es que así como hace no más de cuatro años la economía se estaba autodestruyendo, el otro extremo resulta tan sospechoso como el primero. No es cuestión de moderar el crecimiento o preguntarse hasta cuándo durará, en lo más mínimo, es cambiar la composición del mismo de manera de reducir los riesgos macroeconómicos.
El logro de los superávit gemelos es sin duda una circunstancia sin igual en la historia Argentina, no lo es la reducción del peso de la deuda. Ya en otras ocasiones habíamos logrado lo mismo. Creo igualmente que más que centrarse en los aspectos positivos de la nueva macro hay que analizar sus puntos débiles. Yo encuentro al menos tres:
La inflación es un dato a tener en cuenta, no tanto por que pueda desbordarse (Como están las arcas del Estado, sólo un loco puede provocar una inflación meramente monetaria) sino por la reducción del tipo de cambio real y la potencial reversión del precio de la soja.
La excesiva dependencia de nuestros gemelos sobre el precio del oro verde. Sí, ya sé que China e India no van a parar de crecer, que hay un cambio internacional de largo alcance en donde cifrar nuestras expectativas de reversión de los términos de intercambio. Pero todo eso es exógeno y si por una puñetera razón los Estados Unidos entran en recesión el Breton Woods II salta por los aires. Aprovechémoslo mientras dura pero ¡¡si hay algo que no tiene este modelo es un sesgo exportador!!!
Por qué digo esto, porque la base de sustento del crecimiento actual es el boom de consumo típico a la salida de una crisis profunda. A todos nos sorprende su magnitud y por lo tanto las tasas a las que crecemos. Llamen a la inversión en ladrillos como quieran, pero a los efectos macro no deja de ser consumo privado.
Mi conclusión es que así como hace no más de cuatro años la economía se estaba autodestruyendo, el otro extremo resulta tan sospechoso como el primero. No es cuestión de moderar el crecimiento o preguntarse hasta cuándo durará, en lo más mínimo, es cambiar la composición del mismo de manera de reducir los riesgos macroeconómicos.
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