Es indudable que el Gobierno no tiene más el control de la Agenda Pública. Mucho se le debe a nuestros entrañables vecinos, pasteras y gas mediante, pero no es desdeñable los aciertos y errores propios. La inflación le está jugando al Gobierno una mala pasada más allá de los esfuerzos rimbombantes del nuevo gran censor Argentino Guillermo Moreno. La principal ventaja que tiene es que del otro lado los comentaristas no paran de jugar al trabalenguas: los controles de inflación sirvieron para calmar las expectativas pero son inefectivos a largo plazo, o sin ajustes a la política monetaria y fiscal no van a tener efectos, o que en última instancia sus efectos fueron muy magros, por que el índice en el primer cuatrimestre fue igual al del 2005. Considerando los logros de este gobierno que tan bien se describen acá, ninguno de ellos es parte de la Agenda de noticias, más allá del esperable descenso del índice de desocupación a menos del 10%, por lo menos para mitad o finales del año.
Podríamos aventurar tres explicaciones. La primera es la necesidad del Gobierno de fijarse metas de difícil cumplimiento. Hacen al revés que con el presupuesto, rara vez se dejan lugar para mejorar sus propias expectativas generadas, sino veamos lo que pasa con el gas boliviano, el malabarismo de los cargos específicos, la suspensión de la construcción de las papeleras y otros tantos anuncios del vidente. Y sino no logramos lo que nos propusimos, la culpa de seguro la tuvo el otro. La segunda explicación es nuestro eterno pesimismo como argentinos. Esta bien que luego de nuestro hundimiento hay razones para desconfiar hasta de tu hermano, pero será cierto que algo cambio en la Argentina? Veamos, crecemos al 9% pero no va a durar, Nunca tuvimos tan impresionantes indicadores macroeconómicos, salve la inflación, pero no hay un plan estratégico. El precio de la soja no va a durar o quién nos protegerá cuando se termine el boom de las materias primas. Hay que ver para creer pero parecería que estamos exagerando un poco. En todo caso habría que pensar que si existen ajustes, no es que el tren se va a descarrilar. Y esto porque hay una gran diferencia con la capacidad de absorción de shocks externos, mientras que en la década pasada ante el mínimo soplo se nos caía la estantería. Es interesante pensar que esta particularidad no es exclusiva de nuestra querida economía, hay desequilibrios muy importantes que se vienen acumulando por todos lados y nos quedamos perplejos ante los efectos mínimos que tienen. La tercera explicación viene más desde la psicología y sería, qué nos gusta discutir a los Argentinos. Dejando de lado el football y las minas, pareciera ser que tenemos una necesidad imperiosa de poder catalogarnos. No somos Chile pero ojo que tampoco Venezuela. No se si se han dado cuenta que no nos pueden catalogar como Latinoamericanos populistas pero tampoco como izquierda racional. La Argentina es como es, no la molesten con teorías que no se aplican: tercera posición, ni tan tan ni muy muy. Pierden el tiempo tratando de descifrarla. No es este el post para querer aportar a esta confusión pero parecería ser, e imagino que todos entienden lo que estoy diciendo, que lo único que se discute hoy en Argentina es quién es Kirchner, como si de la respuesta nos quedaríamos tranquilos de cuál es nuestro futuro, condenados al éxito o al tacho.
La primera explicación sería de fácil recuperación por parte del Gobierno pasado nuestros malos entendidos con los países vecinos, a ver si dejamos en vez de pensar que vamos bien porque así lo digo yo (no estoy hablando del que suscribe, se entiende), tenemos en consideración al otro. La segunda explicación no hay nada que hacerle, pura melancolía tanguera. La tercera es la más interesante. Al entender a Kirchner se debería poder entender cuál es el rumbo.
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